miércoles, 11 de julio de 2007

Vacaciones

Una mañana de agosto, salimos en busca de una cala, que nos habían recomendado, visitar, por su belleza, -cala fonda- en Begur, (costa brava), subimos ha una urbanización, de grandes mansiones, y muy vellos parajes, la señal, nos indicaba, que teníamos que bajar, por una calle, que al final no tenia salida, yo me fije en un estrecho pasillo, que estaba entre dos fincas, -le dije a mí hijo-, por allí se debe ir, pero no estaba claro y, opto por preguntar, nos volvimos, y pregunto a un jardinero, en efecto, por aquel pasillo se accedía a -cala fonda- nos introducimos en aquel estrecho pacillo, una vuelta a la izquierda, otra a la derecha, bajando siempre por unos rudos escalones, hechos sin una medida referente, hasta salir, ha unas empinadas escaleras, que invitaban ha sujetarse, con fuerza, en su baranda, desde el principio de dicha escaleras, se dejaba ver la gran, y onda -cala- ¡como si hubiésemos, visto la luz!, -de pronto-, la vista nos regalaba algo precioso, una “cala” con ausencia, de arena, en su lugar había, unas finas piedrecillas, como grandes lentejas grises, en las que se hundían nuestros pies con agrado, pues el ir y, venir de las olas, habían echo que su contacto fuese agradable.
Desde lo alto, divise, unas prendas colgadas en una cuerda, amarrada a la roca y aun pino que luchaba por sobre vivir; se me vino a la mente, que algún día, alguien pudo
en su naufragio, haber encontrado, este rincón, tan hermoso, pasee la vista por toda ella, y una gran roca, parecía haber rodado la montaña, para bañarse en sus aguas.
Estuvimos un buen rato sentados, después de recibir el bautizo, de sus trasparentes aguas, yo observaba, el ir y venir de la gente, que como peregrinos bajaban a la cala, por aquellas escaleras, que parecían colgar del acantilado.
La espuma que a nuestros pies se acercaba, era tan blanca, como las alas de los Ángeles
Sus aguas al lejos, eran del color del cielo que se reflejaba en ellas, pero junto a las rocas, su verde esmeralda, lucia con orgullo el reflejo de algunos pinos que se asomaban a ella, para refrescar, sus resecos troncos.
Cuando decidimos volver, comenzamos poco, apoco, a subir escalones que se agarraban, a nuestras pantorrillas, pero había valido la pena, una vez arriba me pare para volver a contemplarla, y llevarme en mis pupilas tan bello rincón.
Esta es nuestra costa brava, que después de la ley de costas podemos disfrutar todos los mortales, ya que antes era privilegio de las personas que allí tenían su casa,
Si lees esto y puedes ir ha verla, te lo aconsejo
Pueblo, Begur, “cala fonda” Girona (costa brava)


Loles. Saluditos

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